¡pica!

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jueves, 4 de febrero de 2010

NO ME PROYECTE, HÁGAME EL FAVOR

La proyección es un síndrome muy habitual últimamente. Es decir, cuando la gente proyecta en otro sus propias frustraciones y miedos. Bonito ¿verdad? Funciona igual que un proyector de cine: es una luz potente que atraviesa un celuloide y la imagen que éste contiene la estrella contra una pared blanca. El espectador puede verlo todo sobre la pantalla y disfrutar de la peli. ¿pero imagina que tu fueras la pantalla? Estarías constantemente cegado, agobiado. Seria como una especie de agresión. Eso es lo que hace la gente que proyecta sobre otros. Tienen problemas, tal vez una vida triste porque son unos desgraciados autocompasivos (en otro momento le dedicaremos tiempo a la autocompasión: el cáncer del comportamiento humano) que no saben echarle huevos a sus propias vidas, y por si ser unos miserables desgraciados no fuera bastante, proyectan sobre los demás toda su miseria (o su mierda). Es un clásico que los padres proyecten sobre sus hijos afectándoles así en su vida futura. Una putada muy grande. Pero el proyectador no suele tener miramientos y proyecta a diestro y siniestro sobre cualquiera con quien se cruce. Son esa gente que le monta un pollo a la dependienta por equivocarse con el cambio o le grita al camarero por traerle un café sólo en vez de un cortado y olvidar la sacarina. Sí, el proyectador tiene una reacción desmesurada ante cualquier casualidad o pequeño descuido y además suele acompañar sus broncas con ciertos comentarios de su vida personal, como que tiene prisa porque pierde el tren, o sus hijos están esperando para cenar o tiene a su marido enfermo en casa. De algún modo pretenden que el camarero o la dependienta tengan la culpa de aquello que están dejando de hacer aunque obviamente el verdadero y único culpable son ellos mismos. En cualquier momento te puedes topar con un proyectador así que un consejo: mientras habla indignado/a sin parar tu piensa por dentro “seguro que hace mucho que no folla” e ignóralo, es un ser triste, que no te afecte que eso es lo que quiere. Que todos sean tan tristes como ellos. El egocentrismo y la autocompasión les domina y, nunca mejor dicho, no ven más allá de sus narices.